Sinopsis
En 1095, el papa Urbano II convocó un concilio en la ciudad de Piacenza y expuso una propuesta al Emperador Alejo I, pero los asistentes empezaron a debatir sobre sus propios problemas. Yo miraba el rostro del emperador, entre indignado y deprimido, y veía que el único que se daba cuenta del peligro de invasión musulmana en Europa era él.
“Cuando Urbano II predicó su magno sermón en Clermont, los turcos estaban a punto de amenazar el Bósforo. Cuando el Papa Pío II predicó la última cruzada, los turcos estaban cruzando el Danubio. Rodas, uno de los últimos frutos del movimiento, cayó en poder de los turcos en 1523, y Chipre, arruinada por las guerras con Egipto y Génova, y anexionada finalmente a Venecia, pasó a ellos en 1570. Todo lo que quedó para los conquistadores de Occidente fue un puñado de islas griegas que Venecia mantuvo precariamente en su poder. El avance turco fue contenido por el esfuerzo conjunto de la cristiandad, y por la acción de los Estados a quienes atañía más de cerca, Venecia y el Imperio de los Habsburgo, con Francia, la antigua protagonista de la guerra santa, ayudando al infiel de modo continuado”. Steven Runciman.
¿Cuál es la fuerza de Dios para mover a una muerte segura a tanta gente siendo, además, costosísimo y sin beneficios? ¿Qué desencadenó todo esta cascada de acontecimientos? ¿Cuál fue la epacta de los acontecimientos?